495 minutos de pánico en Mazarrón

El horror llegó a Mazarrón a última hora del domingo. Al recepcionista de ese pequeño hotel, ubicado en pleno centro de la localidad, no le tembló el pulso al registrar el nombre de Jorge Agustín Sánchez en su libro de entrada.

El presunto homicida, Jorge Agustín Sánchez, en su traslado al juzgado, antes de que el juez decidiese su ingreso en prisión.
El presunto homicida, Jorge Agustín Sánchez, en su traslado al juzgado, antes de que el juez decidiese su ingreso en prisión. :: EDU BOTELLA/ AGM

Eran las siete y media de la tarde y, sin saberlo, tenía frente a sí a un delincuente multirreincidente y peligroso, pero ningún escalofrío le recorrió el espinazo para advertirle del riesgo. Tan solo unas horas después de su llegada, ‘Mauricio’, catalán de 41 años, sembraría el terror en las calles aledañas al hotel disparando presuntamente su pistola y llevándose por delante la vida de un ecuatoriano, Manuel Vicente Aguilar de 32 años, y de un chaval, Adrián Adame, quien a sus 16 años apenas había comenzado a vivir.

La 204 fue la habitación que el recepcionista concedió al que, sin duda, será el peor huésped de su historia. Jorge Agustín, fugado desde mayo de la cárcel de Wad Ras de Barcelona, no llegó solo. Una mujer rubia, de 35 años, le acompañaba en su viaje. Una fémina que la Guardia Civil busca desesperadamente y que se ha convertido en uno de los grandes interrogantes de este caso. Antes de subir al cuarto, ‘Mauricio’ y su acompañante pidieron en recepción varias coca-colas y un café y preguntaron la hora de apertura del comedor. Nunca llegaron, sin embargo, a cenar allí. Una vez en el cuarto, el catalán, que ya acumula condenas hasta 2019, se metió varias rayas de cocaína, se tomó unos güisquis y se lanzó a la calle. Sobre las nueve y media la pareja abandonó el hotel. Aquel recepcionista nunca volvería a toparse con la inquietante mirada de ‘Mauricio’.

El siguiente destino del presunto homicida, ya solo, fue una cafetería de la calle Fundición en la que, al parecer, se tomó varias cervezas. Los camareros que trabajaban en ese local aquella noche han explicado a ‘La Verdad’ que éste suele tener bastante afluencia de público y que, en todo caso, no repararon en su presencia. Ningún empleado recuerda haber servido a ‘Mauricio’ aquella noche.

Excitado ya por la mezcla de cocaína y alcohol, Jorge Agustín se volvió a echar a la calle poco antes de las once de la noche. Con el historial de trastornos psicológicos que, al parecer, padece, era ya una bomba a punto de elegir víctima. Y la encontró a apenas cien metros de ese bar, a la altura del 135 de la Avenida de la Constitución.

Manuel Vicente Aguilar, casado y padre de un niño de 4 años, llegaba a su casa tras un día de parrillada con amigos en Murcia. «Creemos que al bajarse del vehículo llegó a dar unos pasos», explicaba cabizbajo Hugo Aguilar, hermano del fallecido. A éste apenas le quedaban unos metros para alcanzar su portal cuando se encontró de frente con Jorge Agustín, que presuntamente llegó a apretar el gatillo hasta en tres ocasiones. Tres disparos que cortaron el aire y que despertaron la alarma entre los vecinos. Solo una bala llegó a alcanzar al ecuatoriano, pero el proyectil le alcanzó el pecho y le robó la vida en solo unos minutos.

Mientras ya comenzaban a llegar a la zona equipos de emergencia sanitaria y unidades de la Guardia Civil y la Policía Local, ‘Mauricio’ continuó su carrera contracorriente en dirección al parque del Molinete. La Policía Judicial de la Guardia Civil está tratando ahora de esclarecer el motivo por el que el procesado dirigió sus pasos hacia ese lugar, aunque todo parece indicar que fue algo casual. Trataba desesperadamente de hallar un buen escondite para el arma.

A tan solo 400 metros del lugar donde cometió el primer crimen, Jorge Agustín se tropezó con su segunda víctima. El joven Adrián Adame, de 16 años y alumno del instituto Domingo Valdivieso, había salido por el parque -algo oscuro a esas horas de la noche- a darle el último paseo del día a su perro Hugo. Apenas se había alejado unos metros del dúplex en el que vivía junto a sus padres y un hermano mayor. Estaba en el lugar equivocado en el momento erróneo.

Cerrado en banda
De forma sorpresiva, ‘Mauricio’ le descerrajó un tiro al joven en la cabeza y continuó su huida. Adrián, ya gravemente herido, quedó tendido sobre el suelo del parque hasta que una vecina de la zona, alertada por el ruido, acudió en su auxilio. También el perro que le acompañaba logró avisar a la familia de que algo no iba bien, con sus ladridos frente a la puerta de la vivienda. El chaval agonizó durante tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia hasta su muerte el miércoles.
¿Qué hizo Jorge Agustín Sánchez tras cometer presuntamente estos dos crímenes? La Guardia Civil trata de trazar los pasos que el asesino realizó desde poco después de las 23.10 horas de la noche, hora en que disparó al joven, hasta las 3.45 horas, cuando fue detenido por Guardia Civil y Policía Local en la cercana Calle de Los Carros. Fuentes próximas al caso aseguran que el procesado no se ha mostrado nada colaborador y niega por activa y por pasiva cualquier vinculación con los hechos. Sin su ayuda, resulta más que complicado conocer al dedillo su recorrido, pero la investigación ya ha dejado caer algunas pistas bastante concluyentes. Pocas horas después de los asesinatos, los agentes hallaron el arma del homicida en el paraje del cerro del Molinete. No es de extrañar, por tanto, que la oscuridad de ese montículo cobijara a ‘Mauricio’ en sus últimas horas antes de ser arrestado. Su último soplo de libertad.
vía 495 minutos de pánico en Mazarrón. La Verdad.